La vocación de mi esposo ha requerido mi adaptación a vivir una "rutina" ligeramente distinta a lo que uno espera automáticamente. Por ejemplo, ir a la iglesia no es una actividad familiar para nosotros. Para cuando los niños y yo llegamos a la iglesia, Ben ya tiene por lo menos una hora de estar allí preparando sus responsabilidades para el servicio. Otra de las modalidades que ha requerido adaptación es que nuestro su día libre es el jueves. Nuestra semana siempre se interrumpe el jueves para tener nuestro día familiar.
Para los jueves reservamos las cosas que queremos hacer como familia. Nos "desaparecemos" del radar y nos disfrutamos mutuamente. Claro, eso quiere decir que lo que me costó agarrar impulso el lunes para establecer orden y rutina en la casa después del fin de semana, "corre y va de nuevo" el viernes en la mañana. Los viernes son mi segundo lunes, prácticamente.
En esta temporada, nuestro día libre consiste de llevar a las niñas a la gimnasia, hacemos algunas compras para complementar el súper y tenemos una rotación "citas" con nuestros hijos. Las citas de Elena siempre son el primer jueves del mes, en octubre tuvo una cita conmigo y hoy está desayunando con su papá. Adriana tiene sus citas el segundo jueves del mes y ella pasó tiempo con su papá en octubre y la próxima semana le toca salir conmigo. Al bebé lo estamos incorporando también y su turno es el tercer jueves del mes, este mes le toca con su papá. Y, finalmente, reservamos el último jueves del mes para una cita sólos los dos. Al que haya pasado tiempo con Adriana ese mes le toca planificar nuestra cita, incluyendo quién nos cuide a los niños.
Obviamente, vivimos sujetos a un presupuesto, así que las citas son tan sencillas como sea necesario... o como dijera Arjona, según la economía nos haya tratado. El objetivo es dedicarnos tiempo y atención mutuamente.
¿Qué hacen ustedes con su familia?
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