Todos los días, por lo menos tres veces (o si son como yo, mejor ni les cuento cuántas) nos ocupamos de alimentar el cuerpo. Le dedicamos mucho tiempo y esfuerzo a la preparación de alimentos que nutran nuestro cuerpo y le den la energía que necesita para funcionar o que, sencillamente, traen placer a nuestro paladar. ¿Por qué? Porque es necesario. Si no lo hacemos, pronto empezamos a ver las consecuencias... nos enfermamos más, no tenemos energía, nos ponemos de mal humor, no podemos pensar bien, etc.
¿Por qué entonces es tan difícil hacer eso con el alma? Descuidamos el alma y el espíritu en el corre-corre de todos los días. Se nos olvida que son la columna vertebral de nuestra vida. Después de todo, el cuerpo es solamente el vehículo del alma. ¿Cómo alimentas tu alma? ¿En qué medita tu corazón?
Los lunes lo dedicaremos a la devoción, al alimento del alma. Claro está, no espero que lean todos los días, ni espero escribir a diario. Pero si tenemos un tema para cada día, será más sencillo seguir el formato para mí y mis colaboradoras al escribir y para ustedes, mis queridas lectoras. Quiero que sepan que no me tomo a la ligera los minutos que dedican a la lectura de este material y espero que les sea de ayuda o de inspiración.
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